martes, 29 de octubre de 2013

A Tres Meses de tu partida


Hoy haré un alto a los “Casos y Cosas de los Tambores” por un motivo especial para mi… El día 27 de julio, durante el aniversario de consagración de Ifa de mi padre, hablaba con mi hermano Irete Unfa, que la hija de Obatala más bella que existía era mi negra conga, mi oyugbona Olufandei; que lejos estaba de pensar que dos días después me llamarían de Cuba a darme la noticia de su fallecimiento.
La Gran Caridad Pratt Olufandei

El 29 de julio del año en curso, perdí a un pedacito de mi vida,…  De verdad hablar de “Mi Caru” se queda corto con todo lo que esa negrita me inspiraba, pero haré el intento…

Después de asertivamente haber escogido a una gran madrina, Oba Iroko, faltaba sólo la oyugbona, recuerdo haber contado los días con ansias de viajar a Cuba y hacer mi consagración en osha, admito que para el momento, en mi inocencia nunca pensé que era importante el asunto de la “segunda madrina”. Bueno… la espera fue mayor por un asunto imprevisto, mi hermana nacería primero, ¡Ay Olofi esperar una semana más!, pero ¿ya qué?, eran menos días que al principio.

Después de permanecer mucho tiempo encerrada en un cuarto, durante el proceso de consagración de mi hermana, al fin me dejaron salir, por supuesto ya había terminado todo y Mi China se veía hermosa en su trono. A mí me dejaron sentadita en un taburetito frente del rinconcito del sabor, lo bueno era que veía todo lo que hacían fuera, pero curiosamente lo que más llamó mi atención fue una risa súper contagiosa, seguido de un “nombre… no” y una cantidad de frases dichas entre risa que no se entendían… Lo cual años después conocería como el papiamento de mi madrina.

Para ese día aún no se sabría quien sería mi oyugbona, por lo que me acerqué a preguntarle a la matrona de la casa (la madrina de mis padres) ¿quién es esa viejita, esa vale… la flaquita, negrita, de camisa azul con círculos rojos y amarillos y una falda gris? ¿Ella puede ser mi oyugbona? A lo que Mima me contestó: ¨” ¿Caruca? Claro que si, esa misma será, ella tiene hecho Obatala, no le digas nada”. Casualidades del destino la escogí el día de su cumpleaños de vida.

Así el 17 de septiembre de 1998, bien tempranito en la mañana me levantaron para hacer las respectivas ceremonias, no sin antes llevarme a casa de Caru, que al vernos subir por la calle hasta su casa gritaba “nombre no, Lucia…. no vieja…. Caballero… Obatalá no está”, pero sus palabras fueron en vano, irrumpimos en su casa y Mima, le dijo “Oye si no das coco tu lo doy yo” y ante la mirada perpleja de mi viejita y su renuencia en hacerlo, Mima tomó las vistas y después del ritual correspondiente Oba Moró dio un perfecto eyeife. Bingo… “tirese iyawo, ya tiene oyugbona…” a lo que ella contestó… “ño… te mandaste ¿y que se le va hacer a ella?” Shangó con oro para Aggayu… y lo último que le oí decir ese día fue “Ave María… ñoooo…”.

Mi oyugbona era de oro, porque calarse una iyawo tan difícil como yo, no era trabajo de impacientes, fueron 7 días de un perfecto golpe de 3 de la mañana, “madrina baño”, “madrina tengo sed”, “madrina no te duermas”, aparte de que siendo más acuerpada que ella aún cuando solo tenía 14 años, le tocó cargarme en varias oportunidades por todo lo que viví dentro del igboosha, pero todo era disculpado porque le guardaba el secreto cuando se bebía el aguardiente de las pinturas.

Para mí fue un misterio su vida, aún después de fallecida nadie sabía cuál era su tiempo de osha realmente, desde el 98, me decía “este año cumplo 27” vaya ud. a saber qué tiempo tendría diciendo que tenia 27, así pasó con su nombre, le pregunté madrina que significa Olufandei y me dijo… “ay yo sabía, pero ya se me olvidó”, ella sólo recordaba que en su tiempo ni con caracol le bajaron el ángel de la guarda, me comentó que iba hacer osha y buscaba para hacerse Oyá, como le indicaron sus mayores, pero no encontró las telas de colores y le dijeron busca azul para hacerte Yemayá, a la final consiguió fue blanca y me decía que de su itá una de las pocas cosas que recordaba era que le dijeron “nació la hija perdida de Obatala” y vaya que esa viejita estaba en las nubes… y de verdad era hija del moreno de ropas blancas.

Muchas personas no entienden lo que vale un padrino, mucho menos lo que representa una oyugbona, la mía la veía cada año y pasé unos 5 sin verla, pero yo me enamoré de esa negra, la que no se le entendía al hablar, la que yo como ahijada debía guiarla cuando me rogaba la cabeza o me atendía religiosamente hablando, la que no sabía hacer una moyugba, pero la que adoraba, sentía y vivía por osha…

Ese fue el regalito que me dio Aggayu y Obatala por casi 15 años, el regalito que extrañaré, pero que no dejaré de recordar, agradecer por la corona que junto a Oba Iroko, Eshu Oba Niwe y bogbo iworo construyó para mi… No dejaré de pedirle a Oludumare que me la tenga como una estrella en ara orun para que su luz me siga irradiando…  Iba e Caridad Pratt, Mi Conga Olufandei…!!!

Onareo
Oba Aina!!!!!

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